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LA ANÉCDOTA DE LA SEMANA
El domingo de mañana se levantó Pablillo con ganas de "mojar las almóndigas en zarza de tomate". Y cerró el pestillo de la puerta por dentro. Nosotros, ávidos de toa la vida, teníamos la llave y pudimos abrirle. Pero, ete aquí que el chaval agarra las llaves y se mete en la habitación; cerrando por dentro y todo.
Aprovechamos para tomarnos un opíparo desayuno mientras la bestia estaba dentro. Luego llamamos un cerrajero (el cual nos cobraba 600 pesos): "¿no pagarías eso por tu hijo?" pregunté a Lola. Su cara se tornó enfadada.
Durante un rato enseñé a Palito las artes de "pasar por debajo de la puerta las cosas". Pero sin ningún éxito de que me pasara el manojo de llaves. Por otra parte, tampoco podía abrir metiendo una tarjeta o una carpeta (como sucedió en otros episodios de la vida ajetreada de los Callejón De Lara).
Finalmente, y tras escuchar el llamado de teléfono al cerrajero (supongo que escuchó la tarifa), Pablito hizo sonar las llaves por debajo de la puerta. Ahí me tenías tumbado en el suelo con los 2 metros de alambre apra desatascar el WC intentando agarrar las llaves. Lola consiguió atraparlas, pero el manojo no cabía por debajo. Peor aún, Pablito tiraba del otro lado pensando que era un juego.
Deslicé una tarjeta por debajo de la puerta para distraerle mientras Lola conseguía tocar la punta de la llave del manojo con la punta de los dedos de su mano. Unos alicates y !trank! (onomatopella de "manojo de llaves pasando debajo puerta")
La cara de Lola se tornó desenfadada, sobre todo cuando anuló al cerrajero. Y, una vez más, Pablito y yo tuvimos una conversación... también desenfadada.
El domingo de mañana se levantó Pablillo con ganas de "mojar las almóndigas en zarza de tomate". Y cerró el pestillo de la puerta por dentro. Nosotros, ávidos de toa la vida, teníamos la llave y pudimos abrirle. Pero, ete aquí que el chaval agarra las llaves y se mete en la habitación; cerrando por dentro y todo.
Aprovechamos para tomarnos un opíparo desayuno mientras la bestia estaba dentro. Luego llamamos un cerrajero (el cual nos cobraba 600 pesos): "¿no pagarías eso por tu hijo?" pregunté a Lola. Su cara se tornó enfadada.
Durante un rato enseñé a Palito las artes de "pasar por debajo de la puerta las cosas". Pero sin ningún éxito de que me pasara el manojo de llaves. Por otra parte, tampoco podía abrir metiendo una tarjeta o una carpeta (como sucedió en otros episodios de la vida ajetreada de los Callejón De Lara).
Finalmente, y tras escuchar el llamado de teléfono al cerrajero (supongo que escuchó la tarifa), Pablito hizo sonar las llaves por debajo de la puerta. Ahí me tenías tumbado en el suelo con los 2 metros de alambre apra desatascar el WC intentando agarrar las llaves. Lola consiguió atraparlas, pero el manojo no cabía por debajo. Peor aún, Pablito tiraba del otro lado pensando que era un juego.
Deslicé una tarjeta por debajo de la puerta para distraerle mientras Lola conseguía tocar la punta de la llave del manojo con la punta de los dedos de su mano. Unos alicates y !trank! (onomatopella de "manojo de llaves pasando debajo puerta")
La cara de Lola se tornó desenfadada, sobre todo cuando anuló al cerrajero. Y, una vez más, Pablito y yo tuvimos una conversación... también desenfadada.