domingo, octubre 09, 2011

Cuarto parto (la crónica)

"Dios me ha enviado"... estas fueron las palabras del ginecólogo cuando asistía a Lola en el trabajo de parto, y efectivamente, Dios le dio el talento, el coche para venir, la gasolina del petróleo de los pozos, y ahí se encontraba el chaval sacando a la criatura a las 11:40 del día 8 de octubre del 2011 (un año antes del apocalipsis, según los mayas)
Pero la historia no comienza ahí. Fue el viernes de noche cuando los padres de Lola tomaron el avión para Montevideo. Después de tantos rezos para que el niño se mantuviera en su lugar (siempre se adelantaron 1 o 2 semanas), parecía que las plegarias tuvieron éxito. Guille seguía dentro...

Pero el sábado de mañana a las 7 Lola empezó a tener contracciones dolorosas. Llamamos a Luli (profesora de la Nena) y se quedó con los niños de mañana. Nos fuimos para el hospital y nos atendieron. En anteriores ocasiones esos dolores se producían poco antes del parto, por eso era nuestro susto. La criatura amenazaba con salir... y la suegra no había llegado todavía (chan chan dramático). Guille aún seguía dentro.


Pero la providencia actuó. Lola no estaba preparada, todavía no dilató lo suficiente y nos mandaron a casa. Colocamos un cerco de sillones para evitar la cercanía con niños que la estimularan. Fuimos Pablo, Isabel y yo (el escritor en off) al aeropuerto a por los abuelos. Quienes llegaron a las 12:40. Y Guille, aún, seguía dentro.

Así que pudimos comer en casa con los abuelos y de tarde nos fuimos al hospital otra vez (ya las contracciones habían aumentado en dolor y cadencia). "Van a sacar a Guillermo" decía Pablo, aunque... Guille seguía dentro.
Ingreso a las 19:30, monitoreo, trabajo de parto más doloroso que los anteriores y con el extra de que hacía un año le habían practicado una cesárea a Lola. Si se complicaba el asunto... iba a quirófano. Y mientras, Guille, seguía dentro.

Lola, la pobre, le dijo al doctor "capaz que Dios quiere que sea cesárea". Pero éste le dijo que esperara, confiando que el niño se posicionara (estaba flotando como carlitox). Rompió bolsa, se acentuaron las contracciones y comenzaron a empujar (doctor sobre barriga y Lola con la barriga). En 6 empujones el niño salió. 3kg 620.



"Sanísimo" dijo el neonatólogo. "Creí que íbamos a quirófano" dijo el ginecólogo. "Tengo hambre" dije para aportar algo. Nos llevaron a la habitación, le trajeron a Lola la cena y yo me largué a por mi cena al McDonald. Entonces sentí una sensación extraña.

A las 1:30 de la madrugada por la calle a oscuras, con tipos extraños vestidos de gótico, minifaldas, hombres con ropa de mujer, bajón de azúcar (soy diabético y no había ni merendado ese día), hambre, sin dinero (pero con tarjeta). Esto me producía un cierto temor, pero a la vez estaba con la irradiación interna de quien tiene un hijo. Un contraste muy interesante para vivir.

Y Guille... sigue dentro de esta familia.

1 comentario:

nachov dijo...

Y todo por ese renacuajo! Pero valió la pena!